Detalle de un grabado de la Santander medieval

Detalle de un grabado de la Santander medieval

Orígenes

El origen del actual barrio pesquero santanderino es relativamente reciente, pues fue construido ex novo en los años cuarenta del pasado siglo. Sin embargo, la tradición pesquera de la ciudad se remonta muchos siglos atrás; desde los mismos orígenes de Santander, la pesca siempre ha sido una de las principales actividades de la población. Los productos del mar y sus derivados (salazones y escabeches), han sustentado una importante actividad económica desde antiguo.

Los pescadores han constituido desde siempre un grupo social diferenciado, con ciertas peculiaridades culturales, sociales y económicas vinculadas a su oficio: la pesca, una actividad que les dotaba de una idiosincrasia particular. Desde el Medievo hasta la segunda mitad del siglo XVIII, la mayor parte de la población de la villa se dedicó a la pesca o la navegación, es decir, eran pescadores o marineros. Entonces los pescadores no vivían agrupados en un barrio concreto, sino que estaban diseminados en el interior de la pequeña villa y en los arrabales cercanos a la mar.


Durante la Edad Media, la cofradía de San Martín de la Mar era el gremio que aglutinaba a los pescadores y mareantes. No solo defendía los intereses profesionales del gremio, sino que también jugaba un importante papel político en la villa. La cofradía representaba los intereses de los pescadores, y en general los de todo “el Común”, ante el Concejo de la villa. Sus intereses chocaban a menudo con los de la oligarquía dominante y los grupos privilegiados, que trataban de controlar las instituciones locales en su propio beneficio. La cofradía de San Martin también tenía funciones religiosas y benéficas, pues prestaba asistencia a los miembros más necesitados y a sus familias: huérfanos y viudas, ancianos y enfermos.

Puertochico

En la segunda mitad del siglo XVIII Santander conoció un periodo de gran expansión económica, gracias, sobre todo, al importante impulso del comercio marítimo. La población aumentó rápidamente y la ciudad comenzó su expansión ganando terrenos a la bahía. El espacio urbano se fue ampliando en sucesivos ensanches durante el siglo XIX y, al mismo tiempo, se fueron creando nuevos espacios portuarios: los muelles de Maliaño, el muelle de Calderón y la dársena de Molnedo, o Puertochico.

Rederas del viejo Puertochico

Rederas del viejo Puertochico


Es en la dársena de Molnedo, diseñada por José de Lequerica a finales del siglo XIX, donde atracaron a partir de entonces los barcos dedicados a la pesca. Y es en las inmediaciones de este nuevo muelle, en el barrio de Puertochico, donde la mayor parte de los pescadores tenían sus viviendas. Sus condiciones de vida eran bastante malas: solían vivir hacinados en pequeñas casas en alquiler, viejas, mal ventiladas, muy oscuras, sucias y con pocos muebles. La mayor parte de los pescadores eran analfabetos, ya que abandonaban la escuela muy pronto para trabajar en la mar.


Aunque sus ingresos solían ser superiores al de los obreros industriales, con frecuencia pasaban momentos de penuria, incluso hambre, especialmente en la época de temporales cuando apenas podían salir a faenar. Precisamente, para hacer frente a los malos momentos, los pescadores se agrupaban en asociaciones de socorro mutuo: las cofradías o cabildos de pescadores. Estas sociedades ofrecían asistencia médica a sus miembros, subsidiaban a los pescadores ancianos ya retirados del oficio y a aquellos que no podían trabajar por estar enfermos. En Santander los pescadores estaban agrupados en la Sociedad de Mareantes de San Martín, que tenía por patronos a San Celedonio y San Emeterio. Esta sociedad era la heredera de la antigua cofradía gremial de origen medieval, disuelta en 1864.

Rederas del viejo Puertochico

Rederas del viejo Puertochico

Puertochico

En la segunda mitad del siglo XVIII Santander conoció un periodo de gran expansión económica, gracias, sobre todo, al importante impulso del comercio marítimo. La población aumentó rápidamente y la ciudad comenzó su expansión ganando terrenos a la bahía. El espacio urbano se fue ampliando en sucesivos ensanches durante el siglo XIX y, al mismo tiempo, se fueron creando nuevos espacios portuarios: los muelles de Maliaño, el muelle de Calderón y la dársena de Molnedo, o Puertochico.

Es en la dársena de Molnedo, diseñada por José de Lequerica a finales del siglo XIX, donde atracaron a partir de entonces los barcos dedicados a la pesca. Y es en las inmediaciones de este nuevo muelle, en el barrio de Puertochico, donde la mayor parte de los pescadores tenían sus viviendas. Sus condiciones de vida eran bastante malas: solían vivir hacinados en pequeñas casas en alquiler, viejas, mal ventiladas, muy oscuras, sucias y con pocos muebles. La mayor parte de los pescadores eran analfabetos, ya que abandonaban la escuela muy pronto para trabajar en la mar.


Aunque sus ingresos solían ser superiores al de los obreros industriales, con frecuencia pasaban momentos de penuria, incluso hambre, especialmente en la época de temporales cuando apenas podían salir a faenar. Precisamente, para hacer frente a los malos momentos, los pescadores se agrupaban en asociaciones de socorro mutuo: las cofradías o cabildos de pescadores. Estas sociedades ofrecían asistencia médica a sus miembros, subsidiaban a los pescadores ancianos ya retirados del oficio y a aquellos que no podían trabajar por estar enfermos. En Santander los pescadores estaban agrupados en la Sociedad de Mareantes de San Martín, que tenía por patronos a San Celedonio y San Emeterio. Esta sociedad era la heredera de la antigua cofradía gremial de origen medieval, disuelta en 1864.

El POBLADO DE PESCADORES SOTILEZA EN MALIAÑO (1941-1960) por Celestina Losada Varea

El Poblado de pescadores “Grupo Sotileza”, – hoy conocido como Barrio Pesquero – que se construye en la dársena de Maliaño de Santander entre 1943 y 1960, es uno de los primeros “ensayos nacionales” promovidos desde el Ministerio de la Gobernación en el marco del Plan Nacional de Mejoramiento de la vivienda en los poblados de pescadores de 1942. En esta iniciativa ejecutada conjuntamente por el Instituto Nacional de la Vivienda y la Obra Sindical del Hogar, como instancia que tuvo atribuidas las competencias para la construcción de viviendas sociales protegidas entre 1939 y 1977.


Para los arquitectos Carlos Sambricio y Ricardo Sánchez Lampreave, aquel Plan Nacional articulado “desde rígidos criterios económicos eliminó las ornamentaciones localistas imponiendo, frente a ellas, una funcionalidad coherente con las políticas de vivienda social que en esos momentos se desarrollaban en Europa, dando origen a una modernidad ignorada hasta entonces». Efectivamente, la Obra Sindical del Hogar promovió una nueva tipología residencial en el que la planificación racionalista del espacio habitable (vivienda) y de los espacios de uso público vinculados a estos poblados residenciales impusieron un modelo de comunidad vecinal moderno y renovador.


El proceso de segregación urbanística que supuso el traslado a la periferia de la capital santanderina de un sector de la población -270 familias– que vivían de la actividad pesquera y se hacinaban en el entorno de Puerto Chico, San Martin y Tetuán, contó con la intervención de la Junta de Obras del Puerto y la Cofradía de Pescadores de Santander. Posteriormente, en la década de 1960, cuando se trabajaba en la tercera y última fase de la obra, intervino el Ayuntamiento de Santander, del que dependían los viales de acceso y las infraestructuras del suministro de aguas y alcantarillado.

EL PROYECTO DE 1941

El proyecto para la construcción del Barrio Pesquero se le encargó el Ministerio al arquitecto madrileño Carlos de Miguel (1904-1986), que ya lo tenía finalizado en mayo de 1941, cuando se presenta, junto con una gran maqueta del mismo, en la Exposición de Trabajos de la Dirección General de Arquitectura promovida por la Dirección General de Arquitectura e inaugurada por el general Franco.


En la Revista Nacional de Arquitectura que difunde el evento se incluyeron varias imágenes que recogen el momento en el que la comitiva inaugural atiende las explicaciones del director general de Arquitectura, Pedro Muguruza, ante dicha maqueta.

Exposición de la Dirección General de Arquitectura, 1941.

Inauguración ante la maqueta del Poblado de Pescadores de Maliaño (Santander)


Carlos de Miguel proyecta un modelo residencial de tipo comunitario autosuficiente, dotado de un moderno y racional diseño en el que la arquitectura interactúa con espacios abiertos de uso común urbanizando un espacio bien estructurado, ordenado y funcional. Se trataba de un ambicioso proyecto de “550 viviendas acogidas al régimen del Instituto Nacional de la Vivienda, con los servicios de Casa del Pescador, sanatorio, mercado, tiendas, almacenes. En el ángulo del poblado se emplaza el conjunto de Iglesia y anejos -casa parroquial catequesis, acción católica-, las escuelas, con campo escolar al aire libre y recreos cubiertos, viviendas de los maestros y sala de reuniones”.

Maqueta del Poblado de Pescadores de Maliaño expuesta en Madrid en 1941.


Poblado de pescadores “Grupo Sotileza” recién construido (ca. 1960)


Los terrenos sobre los que se emplazaría este nuevo poblado se ubicaban “en el ensanche de Maliaño, hacia el extremo del Espigón que forma la dársena”. De su inspección y valoración se encarga el arquitecto santanderino Javier González de Riancho Gómez, “Arquitecto Asesor de la Obra Sindical del Hogar, Arquitecto Subdelegado del Instituto Nacional de la Vivienda y Perito designado por la Obra Sindical del Hogar de Santander”. Un extenso y riguroso informe recoge las peculiares condiciones de edificabilidad de estos terrenos:

“Estos solares fueron rellenados con arena extraída de la bahía, teniendo una superficie irregular, necesitando efectuarse previamente trabajos de relleno y explanación para poder ser construidos. No tienen urbanización en ningún aspecto que se mire, pues la calle del Marqués de la Ensenada, termina en pleno arenal”

El proyecto del “Poblado de Pescadores de Maliaño” fue aprobado por el Instituto Nacional de la Vivienda el 10 de octubre de 1942, iniciándose las obras el 15 de marzo de 1943, bajo la dirección de González de Riancho. El contratista adjudicatario de las mismas fue Agustín Sierra.

El propio arquitecto Carlos de Miguel advertía que
“El proyecto parte de un edificio existente en el centro de la composición que se habilita para escuelas y a su alrededor se han agrupado las otras construcciones, estableciendo sus mutuas relaciones y dependencias dentro de una ordenación arquitectónica”.

Ese “edificio existente” al que se refieren como “hospitalillo”, había sido construido por Sanidad Marítima, incluyéndose ahora en el proyecto con el propósito de reformarlo como “Residencia de sacerdotes”, completando este ámbito con la construcción de una “Residencia para religiosas”, espacios para “Acción católica” y una iglesia parroquial “amplia y capaz”.

Cerca de este sanatorio marítimo existía un almacén de tabacos que años después fue una fábrica de cajas de madera para el pescado. El inmueble ha sido recientemente rehabilitado como sede del Archivo de la Autoridad Portuaria.

Se trata de un edificio de planta rectangular fabricado en ladrillo y sillarejo, con grandes ventanales fijos alternados con otros ciegos que articulan las fachadas. Se adscribe esta arquitectura a la tipología industrial de mediados del siglo XX, la misma con la que se construyó en esos mismos años el edificio de Tabacalera, próximo al Barrio Pesquero y hoy acertadamente rehabilitado como Archivo Histórico Provincial y Biblioteca.

 Edificio hospitalario existente antes de iniciarse la construcción del nuevo poblado.


 Planta del poblado de pescadores diseñado por Carlos de Miguel en 1941.


LAS FASES CONSTRUCTIVAS

Una vez iniciadas las obras, el proyecto del nuevo poblado de Maliaño recibe elnombre de “Grupo Sotileza”, en clara alusión a la obra perediana de la que tomará la nomenclatura de sus avenidas, calles y plazas: Plaza de los Cabildos, Casa del Pescador, Avenida Sotileza, Plaza de Muergo, Calle Tío Michelin, Calle Tío Trementorio, Marqués de la Ensenada y Entrepatios.

De las 550 viviendas contempladas en el proyecto original de Carlos de Miguel, entre 1943 y 1956 se construyeron finalmente, 276 viviendas, el conjunto de edificios que conformaban el llamado “Centro Cívico” –iglesia, residencia sacerdotal, escuela, residencia de religiosas, local de Acción Católica y Salón de espectáculos–, así como la Casa del Pescador, la Plaza del Mercado (Cabildos) y 9 locales comerciales (ultramarinos, zapatería, carbonería, tienda, carnicería, panadería, confitería, frutería y estanco).

Entre 1943 y 1946 se desarrollan paralelamente las dos primeras fases, edificándose la Casa del Pescador y 24 viviendas que conforman la actual Plaza de los Cabildos. En una segunda fase iniciada en 1946, se finaliza el acondicionamiento de los 9 locales comerciales que se abren en los bajos de la Plaza del Mercado (Cabildos) y se construyen 84 viviendas, entregando 54 de ellas el 31 de enero de 1950. Estas viviendas se distribuyen en la Plaza de Muergo, Avenida Sotileza, calle Tío Trementorio y calle Tío Michelin.

Vista del Barrio Pesquero durante la tercera fase constructiva, ca. 1950.


La tercera y última fase constructiva del actual Barrio Pesquero (1947-1956) acomete la construcción del llamado Núcleo A (Entrepatios), del “Salón de espectáculos” (Cine Sotileza) proyectado por Carlos de Miguel en 1946, la iglesia, los locales de Acción Social y buena parte de las infraestructuras sanitarias (colector y alcantarillado), cuya instalación aún requerirá algunos años.


Cuando se están edificando estos bloques de viviendas colectivas de Entrepatios ya está edificada la Casa del Pescador y Plaza del Mercado, la Plaza de Muergo y edificios de la calle Marqués de la Ensenada, Tío Michelin y Tío Trementorio (Núcleo A), así como la iglesia parroquial, los locales de Acción Católica y el Cine Sotileza.

EL BARRIO EDIFICADO

Plaza de los Cabildos

Los bloques de viviendas y locales comerciales que conforman la llamada Plaza del Mercado (Plaza de los Cabildos), y la Casa del Pescador–edificio que actualmente acoge los negocios hosteleros de La Gaviota, La Cueva y Los Peñucas –conforman el núcleo más identificativo del barrio, con sus terrazas y asadores mirando hacia la dársena y ofreciendo al visitante. La plaza, como espacio abierto de uso público, cuenta con soportales y locales que concentran la actividad comercial y, por tanto, el encuentro social.

La Casa del Pescador constituye el eje neurálgico de la Plaza del Mercado (actual Plaza de los Cabildos), sin duda el ámbito más atractivo e interesante de todo el proyecto del poblado. Se trata de una construcción de planta rectangular de tres alturas que se prolonga en sus lados mediante dos cuerpos orientados este-oeste, porticados en el piso superior de su fachada suroeste, y porticados en su planta baja en la que mira a la plaza. Ocupando todo el ala norte, el arquitecto proyecta una especie de taberna para los pescadores, a la que denominó «LA GAVIOTA», encargando al entonces joven artista cántabro, Fernando Calderón, que compusiera un bajo relieve mural para colocarlo en la fachada del cuerpo principal que actúa de eje del conjunto, mural que aún se conserva. Calderón se encontraba entonces, hacia 1944, pintando los murales que decoraban las paredes interiores de este local hostelero (actual restaurante «La Gaviota»), todos ellos con temas marineros, como no podía ser de otro modo. Siendo estos las primeras pinturas murales realizadas por Calderón, tan solo cuatro de ellos se conservan en el interior del inmueble.

Otros negocios hosteleros fueron instalándose en el resto de locales de la parte inferior de esta Casa del Pescador, algunos de los cuales aún hoy permanecen activos. El terreno inmediato a este gran bloque que mira hacia la dársena, acogió en sus primeros años una bolera, desapareciendo al instalar los restaurantes sus terrazas y asadores, tal y como hoy los contemplamos.


Casa del Pescador y Plaza de los Cabildos.

Plaza de Muergo y calles Tío Trementorio y Tío Michelin

Lo que en el proyecto de 1942 se denominaba Núcleo B incluyó la urbanización de la Plaza de Muergo y de los bloques de viviendas adosadas que la configuran y que fueron destinadas para familias numerosas. Alrededor de estos bloques afrontados, se disponen edificios de “viviendas colectivas“ o pisos que, como en el resto del barrio, se agrupan en bloques de tres alturas y distribuidos en dos o tres portales con seis viviendas en cada uno de ellos. Cada vivienda unifamiliar cuenta con 96 m2 útiles y su distribución interior se rige por la racionalidad y la funcionalidad.

En la planta baja cuentan con un hall o recibidor, un salón-comedor, cocina y una habitación. Mediante escalera se accede a la planta superior, en la que se hallan tres habitaciones y un baño. Una escalera comunica esta planta con la superior, donde se disponen tres habitaciones y un baño. Todas las estancias cuentan con amplias ventanas que aseguran la ventilación de la casa y la entrada de luz natural. La carpintería original de estos ventanales era en madera de pino pintada y sistema de apertura y cierre de guillotina. La habitación que mira hacia la plaza contaba con un balcón de antepecho de obra que con el tiempo ha sido sustituido y cerrado por galerías acristaladas. La reforma de los tejados entre 1988 y 1991 habilitó la zona bajo cubierta de las casas como buhardilla o desván.

Al fondo, bloques de viviendas que delimitan al interior la Plaza del Muergo, en la zona sur del barrio.


Viviendas colectivas de la Avda. Sotileza recién construidas.


A lo largo de la Avenida Sotileza se construyen los edificios de viviendas que delimitan el barrio en todo su lado Este. Los bloques que se corresponden con la Plaza del Mercado o de los Cabildos, incluyen en sus bajos los locales comerciales que hoy se han ocupado con negocios hosteleros. Sobre ellos, dos plantas de viviendas asomaban sus balcones hacia la bahía.

Entrepatios-Marqués de la Ensenada-Avda. Sotileza

El Núcleo A (Entrepatios) que se construye durante la tercera fase constructiva (1946-1956), se compone de cuatro bloques centrales de tres alturas (12 viviendas por bloque), y cinco bloques perimetrales que cierran y limitan el núcleo, prolongando la Avenida Marqués de la Ensenada y la Avenida Sotileza, y conformando el llamado Frente de la Iglesia y Frente Cine (actual calle Miguel Bravo).

Cada uno de estos pisos cuenta con 80 m2. Las fachadas de estos bloques perimetrales distinguían sus ejes en alzado mediante la disposición de balcones pareados que se superponían en la primera y segunda planta, rematando el tejado en este punto con una forma apuntada. Este detalle identificativo de las fachadas perimetrales de los edificios de este barrio, fueron desgraciadamente suprimidos en la reparación y reforma que todas las cubiertas del barrio sufrieron entre 1989 y 1992.

Entrepatios


Lavando los cestos del pescado en la rampa de la Lonja.


El proyecto de CENTRO CÍVICO

El edificio proyectado en 1942 por el arquitecto madrileño como “Centro Cívico”, se genera a partir del ya mencionado edificio de hospital o sanatorio marítimo ya existente (actual convento) y que se proyectaba reformar como residencia de sacerdotes. Desde 1945 y hasta el presente año de 2020 ha sido residencia de una comunidad de religiosas mercedarias que ejercieron funciones docentes y de asistencia sanitaria.

El edificio conserva su planta y alzado original, tal y como puede contemplarse en los planos conservados. Se trata de un bloque rectangular de tres alturas cuyo cuerpo central se retranquea con respecto a los laterales. En la fachada sur, un pórtico escalonado da acceso al edificio. En su fachada trasera (norte), se añadió una balconada con antepecho de rejería al piso superior de puerta-ventanas proyectado, abierto al jardín delimitado por una corralada de mampostería que lo separa de la zona portuaria. En su piso superior, este convento cuenta con capilla, para la que fue diseñado un curioso retablo decorado con peces, crustáceos y motivos marineros que, lógicamente, nunca llegaría a realizarse. En su lugar, preside el testero una magnífica talla de Cristo Crucificado cuyo estilo lo vincula a un taller escultórico barroco de Andalucía, lugar de procedencia del indiano que lo regaló al convento.

Iglesia parroquial de Ntra. Sra. del Carmen

También se conservan los planos, secciones y alzados del proyecto de iglesia parroquial que Carlos de Miguel diseña para este poblado, aunque el edificio que finalmente se construye presenta notables diferencias con respecto a esa idea original, especialmente en lo que se refiere al alzado de la torre y a su fachada principal.

Al exterior, la iglesia se decora con vanos ciegos enmarcados en falsa sillería que visten el edificio de una piel neo-regionalista, estilo con el que el arquitecto director, González de Riancho, estaba familiarizado y que se extendería igualmente al revestimiento externo que ahora se aplica al convento, al desaparecido local de la Filial Femenina y al Cine Sotileza, lamentablemente desaparecido.

Cine Sotileza

El Salón de Espectáculos proyectado por Carlos de Miguel en 1946 se convertiría en el Cine Sotileza, construyéndose, en el entorno del convento e iglesia, entre 1947 y 1950 y permaneciendo activa hasta ser derribada en los años finales de los años 80. En este solar se edificó más tarde la sede del Instituto Social de la Marina y la Casa del Mar que actualmente se mantiene.

Son muy escasas las fotografías que conservamos. No así los recuerdos en la memoria de algunos de los que pudimos disfrutarla como cine, allá por los años 60-70. Como sala de espectáculos seguía la normativa establecida para este tipo de edificios cinematógrafos de la época. Fue derribado en la década de los 80 para edificar en su solar la actual Casa del Mar.

MODIFICACIONES AL PROYECTO ORIGINAL

A lo largo de las tres fases constructivas se realizan varias modificaciones del proyecto general de las que resultaría una simplificación notable del conjunto. La más notable fue la que afectó al número de viviendas. De las 550 proyectadas se construyen finalmente 270, la Casa del Pescador, la Plaza del Mercado, locales comerciales y el conjunto del Centro Cívico.

Al mismo tiempo, ciertas modificaciones en la normativa de edificación aplicada al proyecto en los inicios de la década de los años sesenta obligaron a un replanteamiento de la “zonificación” de los terrenos y, por tanto, a un replanteamiento del número de viviendas a construir y su disposición en una nueva alineación de los edificios, variando el eje vertebrador este-oeste planteado por De Miguel por una orientación norte-sur que establece Javier González de Riancho. La disposición paralela de bloques internos entre patios abiertos (Plaza de Muergo y Entrepatios), favoreció una mayor diafanidad espacial entre edificios y una mayor racionalidad visual.

La reducción final del número de viviendas construidas permitió un replanteamiento en la disposición de los edificios, variando la orientación este-oeste de la idea original por un eje norte-sur. En la adaptación de los bloques al nuevo espacio edificable tuvo mucho que ver el arquitecto Javier González de Riancho, director de las obra que estuvo al frente de estas hasta su fallecimiento en 1953. Su hijo, Javier González de Riancho Mazo, dirigió la fase de finalización del proyecto, elaborando varios informes finales en la década de 1960.


En 1960 el Poblado pesquero o “Grupo de viviendas SOTILEZA” está finalizado, acometiéndose entonces obras de la red de alcantarillado en el entorno portuario. En el Primer Plan de Desarrollo Nacional (1963-1967) se incluyeron los planes de viviendas protegidas, reproduciendo las fotografías que aquí incluimos del barrio recién construido.


En 1976, la Obra Sindical del Hogar realiza los trámites para su calificación definitiva como “viviendas de Protección Oficial”, y en 1990, la Cofradía de Pescadores, la Junta de Obras del Puerto y el Ayuntamiento tramitan la venta de las viviendas a los inquilinos.

Secadero de redes y la fábrica de cajas de madera para la pesca

En la explanada que resultó del relleno sobre la dársena en su lado suroeste, mirando hacia la Lonja y almacenes que se construyeron al mismo tiempo que el barrio, se instaló un entramado que permitió utilizarse como secadero de redes y artes de pesca. Esta estructura perduró hasta la ocupación de las bodegas una vez finalizada su construcción.