Alberto Pico

Paseo Alberto Pico

En honor al párroco del Barrio Pesquero fallecido en 2014. Fue una figura relevante ya que durante cuatro décadas se desvivió por defender de los derechos elementales de sus parroquianos, creyentes o no. También lleva su nombre un instituto de la zona.

Nacido en Cuba de madre mexicana y padre cántabro, cuando era un bebé quedó huérfano de madre y lo trajeron a España, dejado a cargo del sacerdote Feliciano Calvo. Para ir a ver a su padre en Cuba se hizo capellán de la marina mercante. Después fue cura en Laredo y en parroquias rurales, antes de llegar al Barrio Pesquero, donde atrajo a todo tipo de fieles, creyentes o no.


Alberto Pico, de izquierdas, tenía tantos amigos de alta cuna como de baja cama. Sacaba dinero a los poderosos para socorrer a un barrio sembrado de viudas y huérfanos de la mar, mujeres maltratadas, drogadictos, expresidiarios y vecinos en paro.


Para entender a Pico hay que remontarse a la creación del Barrio Pesquero, en los años cincuenta del siglo pasado, en una operación nacional-católica que parecía caritativa (con Herrera Oria de padrino, el futuro cardenal), pero que también fue especulativa. Los pescadores vivían entonces frente al hoy coqueto Puerto Chico, a tiro de piedra del lujoso Paseo Pereda, así que había que llevarlos, de buena gana o a la fuerza (castigo de posguerra), a un lugar menos visible, donde se levantaron apresuradas casas baratas.


Con los proletarios llegaron sacerdotes de carácter, en la mejor tradición de la teología de la liberación, entre otros Guillermo-Simón Altuna, Miguel Bravo y Alberto Pico. Tuvieron tanto prestigio que la brutal policía de la dictadura no siempre se atrevió a penetrar en aquel santuario de cristianismo auténtico, donde nació Comisiones Obreras y se fraguaron proyectos de izquierda.


A su muerte el 2 de junio a los 82 años, se creó el Premio Alberto Pico a la Solidaridad, y el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, que también asistió al funeral junto con las más altas autoridades de Cantabria, puso el nombre del sacerdote a un paseo y a un parque del barrio pesquero. Además, El Ministerio de Educación ya lo honró dando el nombre de Alberto Pico al instituto del barrio, que se construyó sobre terrenos que el combativo párroco logró expropiar al obispado. Cientos de vecinos esperaban a que terminase la ceremonia religiosa para despedir a su manera a quien se desvivió por ellos durante cuatro décadas, en una imponente labor de defensa de los derechos elementales de sus parroquianos.